La pandemia por Covid-19 ha amplificado la desigualdad social y los efectos de la misma en países en desarrollo; demostró con firmeza la carencia de instrumentos para que los sectores vulnerables de la población pudieran salir avante y acceder a las opciones para el tratamiento de la enfermedad o, en el caso más reciente, a la vacuna.
La pronta llegada de esta opción contra la enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2, nos regresó el aliento y abrió el camino a un sinfín de posibilidades que un día como hoy hace un año eran propiedad de la incertidumbre. Gracias a este logro científico es que instituciones, empresas y expertos pueden tener proyecciones en materia económica, de salud y en general sobre un posible regreso a la llamada nueva normalidad.
El panorama para el progreso de la vacunación en países de América Latina es incierto por la disponibilidad del biológico y la velocidad de su distribución vs los contratos ya asegurados entre las partes. Por lo anterior, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, estimó que la mayoría de los países de esta zona alcanzarán la inmunidad de rebaño hasta el año 2023.
Por si fuera poco, la vacunación enfrentaría también vicios que flagelan día con día a la ciudadanía. Desde incluso antes de su llegada a México, eran pronosticables los casos de influyentismo que derivó en denuncias desde diferentes estados por funcionarios, familiares o personal de salud ajeno al de primera fila que recibieron el biológico antes que los sectores prioritarios estipulados en el Plan Nacional de Vacunación.
Aunado a lo anterior, en días recientes se han revelado casos en distintos puntos de la república sobre vacunas con jeringas vacías o la simulación del acto. Uno de los más recientes es el registrado en la Unidad Zacatenco del Instituto Politécnico Nacional, donde a través de una denuncia vía Twitter, una usuaria subió un video en el que aparece, quien dice es su tío, recibiendo el antígeno con una jeringa vacía. En el material incluso se aprecia como el personal a cargo de esta labor finge presionar el émbolo del dispositivo para liberar la sustancia.
Tras hacerse viral la denuncia, la Secretaría de Salud de la Ciudad de México emitió un comunicado en el que atribuyó la omisión a un «error humano».
Apenas hace cuatro días un caso similar se dio en Sonora, cuando una adulta mayor recibió una vacuna vacía. Fue gracias también a la presencia de un dispositivo de video que se registró este momento denunciado por la periodista Maru Jaime. Al respecto, el súper delegado del Gobierno local, Jorge Taddei, anexó también la mala práctica a un error humano.
Muchas preguntas quedan en el aire:
- ¿Cuántos casos más se han dado en ausencia de alguien que haga una grabación del suceso?
- ¿Cuántas personas caminan hoy con una falsa seguridad de contar con protección contra la enfermedad?
- ¿Quiénes dentro de las filas de las instituciones de salud investigan más allá de un «error humano» para destapar y castigar posibles acciones colectivas con dolo?
Para el lector, es importante hacer una distinción entre este texto que concluye como un llamado a las distintas cabezas de este Plan de Vacunación para indagar y sancionar estos montajes, mas no como una semilla de desconfianza de la efectividad del proceso de inoculación o de las vacunas en sí; pues a decir verdad, es lo único que tenemos para salir de esta emergencia sanitaria.
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