No recuerdo un caso tan lleno de dilemas como el que tiene a una youtuber en prisión, cuya audiencia de vinculación a proceso se celebrará el día de hoy.
Es complicado porque pone sobre la mesa diferentes temas: la libertad de expresión, el derecho a informar, el consentimiento, el ejercicio de la sexualidad, la privacidad, la pornografía infantil, y el respeto, entre otros temas.
Quisiera despersonalizar esta historia por los siguientes motivos, salvo por la youtuber, los demás protagonistas eran menores de edad durante el hecho. Y estoy convencida, que así quieran dar entrevistas y aparecer en medios de comunicación, deberían ser protegidos, porque no tendrían que vivir marcados, en especial la víctima, por la avalancha mediática que representa cada vez que un medio de comunicación o varios los ponen en el centro de la conversación.
Una comunicadora es imputada (al parecer, la primera persona que es imputada por ese delito en específico), por describir actos que consisten en pornografía infantil. Ella no los inventó, ni se los imaginó, está dando contexto a una serie de hechos. Sin empatía o precaución alguna, vuelve viral un tema que involucra a varios menores de edad, y revictimiza específicamente a una, a quien decide calificar y adjetivar de formas muy desafortunadas.
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Un grupo de menores edad sin la más mínima comprensión de la dignidad humana, llevan a cabo un hecho degradante y además deciden grabarlo y compartir posteriormente el video.
Y una menor de edad que se asume víctima hasta cierto tiempo después de los hechos.
Haciendo aparte el tema de que la mayoría de los involucrados son menores de edad, me genera varias preguntas, ¿en dónde cabe una mujer en el libre ejercicio de la sexualidad? ¿Qué condiciones son necesarias para otorgar un pleno consentimiento? ¿En qué momento alguien que no se asumía como víctima, empieza a serlo? Me responden algunas de estas preguntas: se puede asumirse víctima después de los hechos, con la reacción que los involucrados tienen, con el daño posterior que generan sus actos. Saber si alguien es víctima o no, no es un asunto de opiniones, sino de peritajes.
Esto merece una conversación con todas las personas involucradas, no solo con los protagonistas, sino con quienes a través de sus teléfonos se encargaron de compartir videos o usar sus redes sociales para atacar. Mientras sigamos hablando de una youtuber, evitaremos hablar de lo verdaderamente importante: los menores de edad, y cómo los protegemos de todo lo que está mal, incluidos de sí mismos.
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