El teatro es una industria de soñadores. Gracias a esos locos y locas es que se ha mantenido, salieron a las calles tras la pandemia de influenza para reactivar a la industria, y ahora en medio de la pandemia de Covid-19 han hecho todo lo posible por salir a flote. Quienes pudieron trasladaron sus puestas en escena al streaming (práctica que ojalá encuentre forma de convivir con las puestas tradicionales), pero no para todos ha podido ser así.
Por eso, en medio de esta crisis que a todos pega pero con algunos se ensaña, llama la atención el estreno de la puesta en escena del musical Ghost.
Basado en la película de 1990, este musical es ambicioso, los efectos visuales, la cantidad de actores y actrices en escena.
Estos locos deciden que aun cuando sólo pueden abrir con un 30% de aforo, vale la pena hacerlo. Y hacerlo con obras grandes y hermosas. Como público no podemos hacer más que estar agradecidos.
Sobra decir que Ghost es espectacular, pero además los protocolos para garantizar la seguridad del público no los había visto tan bien implementados en ningún otro lado.
No recuerdo otro momento en el que el público comenzara a aplaudir en la tercera llamada, nos urgía, nos urge a todos concentrarnos en otras historias, cantar, reír y también llorar, pero por otras razones.