Esa odiosa comparación

Comparar es odioso, sobre todo porque no deja espacio para pensamientos medios, y todo tema interesante los tiene. Pero aquí voy, lista para aventarme al vacío. Cada vez que hay quejas sobre las pintas en las marchas feministas, la respuesta común es: cuando las hay por el futbol, nadie se queja. Un grupo de fanáticos que se unen con alcohol a celebrar alrededor de algún monumento y dejar destrozos es lo esperado, no sea un grupo de mujeres con demandas muy claras sobre violencia, que de inmediato preguntan: ¿qué ganan pintando? Tan esperado de un grupo de aficionados, que el destrozo no se convierte en tema de conversación al día siguiente. 

La odiosa comparación llega aquí por dos razones: porque hoy y a modo de provocación, monumentos y edificios de Reforma y el Zócalo lucen amurallados como si el bloque negro (quienes regularmente hacen pintas o rompen vidrios) estuviera formado por un grupo de mil mujeres. Quienes hemos marchado, sabemos que el grueso de las manifestantes son mujeres que marchan en paz acompañadas en algunos casos por adultas mayores e infancias. 

Pero como si se tratara de la marcha más violenta del año, las vallas de metal cubren todo el recorrido. La narrativa de la Secretaría de Seguridad Ciudadana se prepara también, aplausos y felicitaciones a las valientes policías, que son utilizadas como carne de cañón para enfrentarlas a otras mujeres. Ese es el truco más viejo del patriarcado, que peleen entre ellas. Sería interesante conocer cuáles son los programas para evitar el acoso al interior de la corporación, cuántas denuncias hay en contra de los mismos policías, basta recordar, la historia de Nancy Jacqueline, la policía que hace un año fue aventada del edificio en donde vivía, por su pareja sentimental, también policía, y el presunto sigue prófugo de la justicia.

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¿Cómo van a sostener la narrativa de las mujeres violentas después de lo que vimos este fin de semana en Querétaro?

No es sólo la violencia de los golpes, ya de por sí graves, es un evento que se salió de control o claramente nunca tuvo ni siquiera los elementos necesarios para tenerlo, hay algo en las escenas de terror que vimos que nos recuerda la violencia más cruda que ha carcomido a nuestro país, la del narco. Cuando veía los cuerpos de los hombres golpeados y desnudos en el piso, no podía evitar pensar en la semejanza con las escenas de los cadáveres amontonados en Zacatecas, Michoacán, Guerrero, etc… No se trató de un pleito cualquiera, desnudar al rival, seguir golpeando aun cuando éste ya está inconsciente en el piso, todo esto tiene un grado de violencia que debe analizarse con cuidado. Esa falta de empatía, de furia descontrolada, esa capacidad de eliminar al otro, es la violencia contra la que protestaremos el 8 marzo.

Cuando sientan la tentación de dejarse llevar por la crítica fácil de lo mal que protestamos las mujeres, como si además fueran las formas de todas por igual, recuerden Querétaro, y sus semejanzas con Zacatecas, con Guerrero y con Michoacán, porque esa es la violencia por la que tendríamos que estar saliendo todos y todas a las calles.

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