La fiesta del futbol es interesante entre otras cosas, por la cantidad de historias que suceden. El deporte es mucho más que ir detrás de un balón: es política, es dinero, y es espectáculo. Quienes van tras el balón no solo tienen como arma sus piernas, también han encontrado la manera de participar y a la vez protestar. Eso fue lo que hizo ayer la selección de Irán que cuando sonó su himno nacional, no cantaron. Así de pequeño, así de grande. ¿Y por qué? Porque a meses del asesinato de Mahsa Amini, las protestas no se han detenido, pero tampoco la represión por parte del gobierno.
Hay que recordar que la lucha de las y los iraníes no es solo contra el velo y las demandas de libertad de las mujeres, es también contra un sistema corrupto y hoy un gobierno que viola derechos humanos de los manifestantes, con detenciones y tortura.
¡¡Bueno!! Regresemos al futbol, el único país del mundo en el que las mujeres “tenían” prohibida la entrada a los estadios para ver un partido. Y parte de la presión para cambiar esta situación vino de la FIFA. En una de las primeras ocasiones en las que permitieron que mujeres entraran, limitaron el número de boletos a 3,000 mujeres, en donde caben 85,000 personas.
En el 2018, un grupo de mujeres se disfrazaron de hombres de para asistir a un partido, algunas de ellas confesaron que no era la primera vez que lo hacían.
Así que sí, mientras los ojos están en la fiesta del futbol, algunos equipos nos recuerdan la inmensa obscuridad que se vive en casa. Y eso es todavía más poderoso.
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