Hoy es el día de la libertad de expresión, hoy más que nunca, en este país, resulta importante hablarlo. En este año han sido asesinados 11 periodistas, cuando otro más es asesinado, los gobiernos locales en friega salen a decir: pero no era periodista, o “no estaba relacionado con su labor informativa” como si eso hiciera una diferencia en la muerte de cualquiera.
Los y las periodistas se enfrentan a la misma realidad que todos, la del crimen organizado, que también utiliza a los medios de comunicación, preferentemente los locales, para mandar mensajes a bandas rivales. Las mantas, la forma en la que dejan un cuerpo, todo es parte de un modelo de comunicación. Y, por otro lado, las amenazas de los funcionarios públicos. No, no se nos olvidan las palabras de “ALITO”: a los periodistas hay que matarlos de hambre, o la forma en la que el exgobernador de Baja California, Bonilla, se burlaba de los medios que lo criticaban. Y vale la pena mencionar que no obedece a filias, ni fobias, es el derecho de amenazar con el que actúa cualquiera que se sienta ofendido por el trabajo de un periodista. Las redes sociales han facilitado que las amenazas se vuelvan el pan de todos los días, y como no se necesita demasiado para enviar una fotografía de un féretro o una pistola, y seguramente nunca se dará con el destinatario, callar al otro se convierte en una tarea sencilla y sin consecuencias.
En otros temas, de los creadores de “la calor es responsable del aumento de la violencia”, traemos otro gran problema, una mala fiscalía, o una fiscalía como esta
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Creo que, desde Félix Salgado Macedonio, nunca antes una alcaldesa de Acapulco había llegado tantas veces a los medios nacionales. Le está quitando foco a la gobernadora, estoy obsoletamente segura.
Regresaron los informes diarios de Covid-19, ante el aumento de casos, miren, aguantamos la viruela del mono, la variante BA 5 de Ómicron, los casos extra de sarampión, los inexplicables casos de hepatitis en menores, pero ¿no nos van a poner a Gatell otra vez? ¿Verdad?
Hay formas de ganar, y la de Mario Delgado. Feliz, tendría que estarlo, porque su partido se llevó 4 gubernaturas, publicó, no su felicidad de haber ganado, sino su felicidad porque los otros perdieron, miren cuánta elegancia en un tuit. Y no me mal entiendan, yo no le voy ni a un lado, ni al otro, solo es que me parece que Mario Delgado es idéntico al típico chamaco con el que jugabas cualquier juego de mesa, y cuando ganaba, no solo festejaba, enloquecía.
Brother, las personas a quienes le “ganaron” también son ciudadanos. Compórtense.