El Coneval dio a conocer información importantísima sobre el aumento de la pobreza en el país. Sus datos, los que nos permiten entender qué sucede con la pobreza y acceso a servicios básicos como salud y educación de los mexicanos, nos mostraron un aumento de 2% de las personas en situación de pobreza del 2018 al 2020 y de 1.5% más de personas en situación de pobreza extrema en el mismo periodo. Los números no deben leerse con un regaño al inquilino de Palacio, deben leerse como lo que son: resultado de una pandemia y de lo que se ha hecho, lo que no se ha hecho y de lo que podría hacerse mejor. Lo grave de asumir que no pasa nada, que todo aquello que reflejen un resultado negativo no es real, es que entonces, resulta imposible aplicar medidas que permitan mejorar.
Entre esto, vale la pena resaltar la carencia por acceso a los servicios de salud, que incrementó de un 16.2% en el 2018, a un 28.2% en el 2020, la promesa de Dinamarca se desfigura ante la realidad.
Lo mismo ha sido cuando desde el poder y el discurso se niega la realidad ante violaciones a derechos humanos, delincuencia y violencia en contra de las mujeres. Todo lo que no se reconoce no se puede mejorar y mucho menos resolver.
Festejarlo bajo el argumento de que “podría haber sido peor” me parece tan absurdo como quien pide “imaginar” que en las elecciones del 2018 el resultado hubiese sido otro.
Porque además en ambos casos, la pregunta más importante es ¿qué tenemos que hacer para estar mejor? Y tal parece que esa pregunta no se la hacen los partidos políticos para preparar y presentar mejores cuadros, y mucho menos quienes ya están en el poder, pues están aferrados a que sus fórmulas funcionarán como si se tratara de un acto de magia.
En otro tema, mucho se ha hablado sobre Marx Arriaga, funcionario de la SEP, el que quiere darnos consejos a las feministas y que cree que todo acto de lectura no debe de ser exclusivamente un acto placentero, sino ser un ejercicio de emancipación. Hay fragmentos de su discurso que resultan todavía más interesantes:
“Todo el mundo está pendiente de lo que afirman los virólogos que adquieren así un monopolio absoluto de la interpretación. La narrativa de la resurrección, de la compasión y la conmiseración, quedan totalmente desbancadas por la ideología de la salud y de la supervivencia. Y cómo quedaron en el olvido las imágenes de santos que durante las pandemias se entregaban misericordiosamente a los enfermos”.
Me resulta curioso quien pretende la emancipación de un pueblo a través del adoctrinamiento. “La ideología de la salud” pareciera ser el tratamiento con el que nos han recetado desde el inicio de la pandemia.
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