Hablemos del Paro. Por primera vez en el 2020 la colectiva Veracruzana Brujas del Mar convocó al primer paro nacional de labores de las mujeres. Era algo nuevo, no para el mundo, pero sí para el país. La convocatoria creció como la espuma. A todas las mujeres nos hacía sentido un solo tema: la violencia. No importa de dónde vengas, cuánto tengas, en donde creciste, tu edad, la violencia de ha atravesado de alguna forma en tu vida, y si aún no, es solo cuestión de tiempo.
El cálculo es que ese día en el que las mujeres no asistimos a nuestros trabajos, no compramos, no publicamos en redes sociales, se perdieron 37 mil millones de pesos. Y me parece poco, si le preguntamos a una familia de una mujer asesinada, ¿qué se pierde cada día que ella no está?
La simple idea del paro generó debates intensos, se apoderó de las sobremesas, acaparó las juntas en los sitios laborales, se abrieron grupos y grupos en facebook para discutir, cómo sí, por qué sí y por qué no el paro. Y entre esas discusiones, estaba el hecho de que parar, es un privilegio. Para quien no tiene a su cargo una tarea de cuidados, quien sabe que no perderá su trabajo. Para las empresas representó todo un reto. Había chistes que decían: cómo será el sistema en el país, que cuando las mujeres decimos, “protestamos”, las empresas contestan “ok, les damos permiso”, y esas fueron las mejores, porque también estuvieron las que decidieron que no. Que el momento no valía para aprovecharse. ¡Las escuelas! ¿Qué iban a hacer las escuelas en donde la mayor parte del personal son mujeres? Muchas aprovecharon el día para invitar a los padres para ponerse frente a grupo y permitir que los niños hablaran sobre lo que nunca se habla, la violencia contra sus compañeras. Pero la vida es canija, y como si fuera una burla a ese huracán morado, pasaron tan solo unos cuantos días y nos encerró. Para muchas de las que salieron a gritar implicó regresar a casa con su violentador, perder sus trabajos, y el riesgo permanente de perder la vida, por un nuevo virus, o el señor con el que compartes la cama.
En este programa vamos a parar, y paramos sabiendo que es un privilegio, como lo es también poder llegar hasta sus casas todas las mañanas, y tener en nuestras manos el megáfono que representa la televisión. Y esos privilegios los usamos por las que no están, por las que no pueden parar, por las que no quieren hacerlo porque lo ven distinto, y está bien, paramos, para que ninguna otra tenga que detenerse, que sentir miedo, que preguntarse si regresará con vida a casa.
Si el Paro hacía sentido en un país en donde cada día se asesinaban a 10 mujeres, hoy son asesinadas 11 ¿qué estamos esperando?
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