Todo lo que busque cambiar el statu quo va a incomodar. Y la reacción de los incómodos va a ser en su mayoría violenta. He puesto atención en los argumentos de quienes insisten que “debe haber lugares exclusivos para hombres”, entre ellos argumentan que “hay lugares exclusivos para mujeres y ellos no los violentan”. Lo que no están diciendo es qué justifica los lugares exclusivos para mujeres y qué justifica los lugares exclusivos para hombres. Creo que la clave está en el origen. Las cantinas prohibían el acceso a las mujeres, como a los perros, y los militares. Todos en esa misma categoría. La razón por la que hay vagones del metro exclusivos para las mujeres es porque en los mixtos abunda el acoso: sujetos que rozan su sacrosanta sea la parte con la primera incauta que se encuentren y jóvenes que usan el celular para grabar debajo de las faldas de las chicas y subirlo a internet. Francamente, entiendo la necesidad de esa medida, lo que me parece indignante es la renuncia del gobierno de la ciudad a educar a la población. Tan mala como la idea del entonces jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera que dotó a las mujeres de silbatos, con un subtexto que decía: “sabemos que te van a acosar, lleva tu silbato para que podamos darnos cuenta.” Entonces, como asumen a priori que la mayoría de los hombres son unos salvajes imposibles de controlar, mandan a las mujeres en un vagón seguro. Esas medidas: la de los silbatos, la de los camiones y vagones rosas, tendrían que ser temporales, acompañadas de una campaña que apueste por la pedagogía, por construir mejores hombres, no sólo en el metro, sino a donde quiera que esos usuarios se dirijan. En cambio, si una mujer entra a una cantina, no va a ser para revisarle el paquete a los comensales, o ver lascivamente a sus vecinos de mesa.
“Solo hay un baño”, esgrimieron como el gran argumento. ¡Los baños! Desde hace muchísimos años, naciones más desarrolladas en materia de equidad que la nuestra, tienen baños compartidos. Una sola fila, y un montón de espacios individuales con puerta que van usando tanto hombres como mujeres según se van liberando, también hay varios lavabos compartidos. Asumir que las mujeres no pueden usar el mismo escusado que un hombre, es asumir que la higiene de ellos lo hará imposible. No, la higiene no reconoce géneros, créanme. ¿Y si nos educamos todos y todas a usar bien los espacios públicos y dejarlos limpios? Porque si podemos ser suficientemente civilizados para usar el mismo baño, también podríamos viajar en el mismo vagón.
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También escuché otro argumento que defiende la necesidad de “cantinas exclusivas para hombres” porque así sus parejas, pueden estar tranquilas porque están en un lugar en donde no hay mujeres (y no les están pintando el cuerno). ¡Por Dios! Si hay mujeres que sólo “permiten” a sus parejas ir a lugares en donde no haya otras mujeres, hay muchas cosas de fondo que cuestionar ahí. Busquen ayuda profesional, y después de la ayuda, otra pareja.
Y alguien más escribió: “En Opinión 51 solo escriben mujeres, entonces deberían escribir hombres también.” Insisto, la clave está en el origen. Cuando abramos las páginas de los principales diarios del país y no encontremos que las mujeres representan cuando mucho un 10% de las plumas, entonces Opinión 51 tendrá que replantearse un nuevo objetivo, y créanme, ese será un día muy feliz.
Entonces ¿es imposible que los hombres tengan un lugar en el que se puedan reunir solo ellos porque así lo desean? No, creo que no. La diferencia es que si su “lugar” es un establecimiento público, tendrá que cumplir con lo que los reglamentos exigen, de entrada, una política de cero discriminación. Por cierto, soy socia de un club en el que mi credencial lleva mi nombre con el apellido de mi esposo, no importa que no exista un solo documento oficial que valide la existencia de la “señora de”. Es la tradición, y sucede porque es un espacio privado, eso no quiere decir que no deba cambiar.
Siento que a veces este grito de “queremos nuestros espacios en donde solo estemos hombres”, es lo que vemos en la composición de los consejos de administración, las altas direcciones de las empresas y la mayoría de los foros. Las empresas saben que la inclusión es un buen negocio, y en la vida sucede igual.
PD. Si usted se siente muy molesto por lo aquí escrito, le sugiero escriba con menos enojo y más argumentos, así podemos tener una conversación que nos enriquezca a todas y todos. Si va a usar las palabras “puta” o “zorra” que fueron entre las más utilizadas para agredir a mis compañeras, ante la falta de argumentos, sepa que eso solo refleja su frustración, la violencia provocada por el miedo de quien no se siente cómodo con los cambios. Busque ayuda.