Un joven con ideas suicidas se encuentra y enamora de una chica que fantasea con lo mismo, ahora pueden pensar en el suicidio no sólo como el final del sufrimiento, sino también como un acto de amor. “No me dejes sola”, le dice en la tina donde han decidido cortarse las venas y llenaron con burbujas para que “no piensen que estábamos tristes”.
Lo anterior es parte de una escena de la película “50 o Dos ballenas se encuentran en la playa”. La cinta está basada en una noticia que nos estremeció a todos: el reto de la Ballena azul. En el 2017 se dio a conocer que este reto exigía cada vez cosas de mayor calibre a los adolescentes que decidían jugarlo y terminaba con la indicación de quitarse la vida. Varios suicidios de adolescentes en Rusia fueron ligados a este reto que parecía haber nacido en foros en internet.
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Fue hasta la segunda vez que vi la cinta que noté que ninguno de los adultos que intentan intervenir en la vida de los adolescentes se les ve la cara. ¿En dónde estamos todas esas horas que nuestros hijos e hijas pasan navegando en internet? ¿En dónde estamos cuando intentamos ayudar? Esto no intenta ser un texto moralista, ni aleccionador para padres, pocas cosas aborrezco más que las recetas de crianza, que generalmente vienen de personas que no tienen hijos. Todo lo contrario, mi preocupación nace de las más recientes cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el 2021, 8,351 personas se quitaron la vida. El grupo de mayor riesgo son los hombres entre 15 y 29 años. Para poner en contexto, la tasa de suicidio en el 2015 era de 12.4 por cada 100 mil habitantes, en el 2021 fue de 16.2. El mayor crecimiento se dio durante el 2020. El suicidio es la cuarta causa de muerte en la población de 15 a 29 años, aunque en hombres es la tercera. No son pocas las voces que nos han advertido que la nueva pandemia es una de salud mental, pero nadie nos ha dado la receta para enfrentarla.