Es claro, que el movimiento político (que no partido) más importante en Latinoamérica hoy, es el movimiento feminista. Es por su naturaleza un movimiento de oposición que cual enredadera lo abraza todo. No es oposición a un partido o poder en particular, sino oposición a un sistema que está en todas partes.
De su fuerza, resistencia, capacidad organizativa y variedad de voces, tendrían mucho que aprender los partidos políticos.
Las luchas del movimiento feminista no distinguen beneficiarias, queremos una vida libre de violencia para todas: las que se consideran feministas y las que no, las que entienden el movimiento, las que van empezando y las que lo critican.
No hay un solo feminismo, son muchos y distintos, y eso está bien. No son las mismas las necesidades de las mujeres que abogan por la paridad en posiciones de poder, que las de las niñas en Guerrero que pelean por no ser vendidas en matrimonio, o las trabajadoras del hogar que demandan condiciones laborales justas.
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El movimiento es colaborativo, cada quien suma lo que puede y comparte lo que tiene. Sólo así se explica cómo en el 2020 las vallas de Palacio Nacional lograron convertirse en un memorial. Unas llevaron pintura blanca, otras rosa que transformó los remaches en cruces, y otras flores, que compartían con quienes ya estaban ahí. Y así, en colaboración se consiguen fondos para todo tipo de acciones, que ponen en el centro lo inmediato. Por eso resulta irrisorio cuando intentando desprestigiar una acción preguntan: ¿quién pagó? Como si las mujeres fuéramos incapaces de generar nuestros propios recursos. La agilidad con la que reaccionan las distintas colectivas es de admirarse, en el tiempo que unos tardarían en pensar cómo accionar, ellas ya colocaron un monumento sobre el pedestal vacío de la antes glorieta a Colón.
El debate es constante, no entiende de verdades absolutas porque se sabe en constante construcción.
Su amplitud y grandeza no admite protagonismos y es el único movimiento horizontal que se fortalece con el tiempo.
Es incómodo y no le molesta serlo. Es lo que le permite seguir avanzando en su agenda independientemente de las críticas.
Es claro en recordar constantemente sus logros: el acceso a la educación, el acceso a la participación política y en no quitar el dedo del renglón sobre sus demandas, que dependen de sus distintas variantes y a la vez se encuentran en las más apremiantes.
Puedes no identificarte con el movimiento pero igual verá por ti, es una lección de la que muchos se podrían beneficiar.